Francisco de la Cruz (1529-1578), dominico y rector de la Universidad de San Marcos, osó anunciar lo impensable: que el Perú sería el nuevo corazón del cristianismo, el centro de una civilización renovada donde indígenas, mujeres y mestizos ocuparían el lugar que Europa ya no podía sostener. La Inquisición lo escuchó con horror. Su palabra, teñida de revelación y herejía, terminó por sellar su destino en la hoguera.
Siglos después, Rubén Quiroz Ávila rescata la figura de este profeta condenado, devolviéndole voz a su delirio visionario. En estas páginas arde la historia de un pensamiento apocalíptico que, desde los márgenes coloniales, se atrevió a imaginar un mundo distinto. Una lectura apasionante sobre cómo, en medio del fuego y el silencio, nacen también los sueños que cambian la historia.